Tras un rotundo éxito en España, la serie documental llega a Gran Bretaña e Irlanda este viernes 27 de marzo en Discovery Channel.
Madrid, 26 de marzo de 2015.
Amazonas Clandestino, la serie documental dirigida y presentada por David Beriain en Discovery MAX, se estrenará mañana, viernes 27 de marzo, en uno de los territorios más exigentes para la televisión en general y para el documental en particular: Gran Bretaña.
El programa, que se adentra en los tráficos ilegales, los conflictos armados y la batalla por los recursos en el pulmón del mundo, será emitido en Discovery Channel el viernes, tanto en Gran Bretaña como en Irlanda. Posteriormente verá la luz en otros países europeos y en el resto del mundo.
Coproducida por la empresa de David Beriain, 93 Metros, la productora de El Hormiguero, 7yacción, y La Claqueta, Amazonas Clandestino se convierte en uno de los escasísimos programas producidos fuera del mundo anglosajón en llegar a las pantallas de Discovery Channel en el Reino Unido.
“En el equipo estamos muy orgullosos de que Discovery Reino Unido vaya a emitir la serie. Es un territorio muy exigente y no emite casi nunca nada que no haya sido producido por ellos mismos o por la matriz norteamericana. Que haya apostado por un programa producido en España y con un reportero español es algo realmente grande”, dice David Beriain.
Amazonas Clandestino es una serie de seis episodios en la que David Beriain se introduce en el mundo del narcotráfico, habla cara a cara con sicarios, conoce a pistoleros al servicio de los terratenientes que asesinan ecologistas, convive con buscadores ilegales de oro, descubre las mafias armadas que controlan los yacimientos venezolanos y llega a los campamentos clandestinos de las FARC.
Seis episodios que revelan la guerra por los tesoros de la selva
Amazonas Clandestino arranca en Perú, en un valle que se ha convertido en el mayor productor de cocaína del mundo, un lugar inaccesible al que nadie quiere ir y que en la mente de los peruanos solo suena a dos cosas: narcotráfico y terrorismo.
David Beriain, host y director de esta serie documental, viaja a sus entrañas para conocer el lugar donde empieza el negocio más rentable del mundo. ¿Quién o quiénes son narco?, ¿Cómo se cultiva y procesa la coca? ¿Cómo se combate?
En su recorrido, consigue un acceso único a este mundo cuyos procesos y códigos pocas veces se han mostrado ante las cámaras de televisión. Se adentra en la selva para ver una poza de maceración donde se obtiene la pasta base -materia prima de la cocaína-, entra en un laboratorio clandestino donde se realiza el último paso para convertir esta pasta base en cocaína: la cristalización. Delante de los ojos de David, y de la cámara, se cocinan varios kilos de cocaína. La escena recuerda a un capítulo de Breaking Bad, sólo que en la selva.
David se integra en los operativos militares que tienen como objetivo atacar las infraestructuras de los narcotraficantes y viaja a Bolivia para conocer a narco-pilotos. Pero hay otras ruta de salida. Jóvenes mochileros atraviesan a pie los Andes cargando la droga a sus espaldas, es el llamado tráfico de hormiga. David les acompaña durante dos días por un camino de montaña repleto de peligros y asaltadores dispuestos a asesinarles para robarles la mercancía.
Cuando la droga empieza saltar fronteras es cuando multiplica exponencialmente su valor. Y son muchos los que están dispuestos a matar o morir por ese jugoso margen de beneficio que deja allí donde llega este negocio ilegal.
Siguiendo la ruta del narco David viaja hasta Cobija, una zona selvática aislada en la triple frontera entre Perú, Brasil y Bolivia. Un punto caliente del narcotráfico por su situación estratégica: se encuentra entre Perú, mayor productor mundial y Brasil, principal país consumidor mundial de cocaína y punto de salida de la dirigida hacia Europa.
Según nos cuenta Boris, un periodista boliviano especializado en narcotráfico que acompaña a David, la violencia de los narcos está yendo en aumento en el lugar. En los últimos tiempos ejecutan a sus víctimas durante el día y a la vista de todos para que el resto aprenda la lección: el que pierde su confianza, lo paga con la vida.
Siguiendo la ruta de la droga, David llega a la capital amazónica Manaos. Allí se encuentra con la Familia Do Norte, un clan mafioso que actúa en todo Brasil y se encarga de la distribución de la coca en la zona y de su salida hacia Europa. David se entrevista con el capo de la favela. Le pregunta si hay que matar a mucha gente para llegar a su posición. “Sí”, contesta. ¿A quién le costó más matar?. “A mi sobrino. Pero supe que la gente entendería que si era capaz de matar a mi sobrino, podía matar a cualquiera”.
Amazonas, el llanto de la Selva
Brasil tiene el triste honor de tener el mayor número de ambientalistas asesinados en el mundo. La guerra por los recursos genera numerosos conflictos en un área inmensa y virgen sin títulos de propiedad definidos. El vasto territorio y las sucesivas llamadas a la colonización amazónica han generado una loca carrera por la conquista de la tierra, que es deforestada para su uso agrícola y ganadero.
El proceso de ocupación amazónica es casi siempre similar. Los primeros en llegar a la selva virgen son los madereros en busca de las maderas preciosas. Después llegan los agricultores y ganaderos para instalarse en el lugar. Este proceso es el que está sufriendo en sus tierras ancestrales la tribu indígena de los munduruku. Los madereros se cuelan en sus tierras como un primer paso de ocupación, pero los guerreros indígenas están dispuestos a luchar para frenarles. Ataviados con sus pinturas de guerra y armados con arcos y flechas David acompaña a los mundurku a su particular guerra.
¿Pero quiénes son esos madereros? Para conocerlos David convive con una cuadrilla de ellos en la selva. Su mayor premio es la caoba, la madera más preciada. David contempla cómo árboles inmensos de más de 2 metros de diámetro caen bajo las motosierras haciendo temblar el suelo y retumbar la selva. Estos madereros apenas ganan unos pocos dólares por cada árbol. Como en casi todo tráfico ilegal, el verdadero negocio está en su distribución. Es en las serrerías donde David trata de encontrar las respuestas de cómo funciona este negocio clandestino en el que la corrupción, una vez más, está presente en todos sus niveles.
Pero hay un negocio más destructivo que la madera. Es el uso de la tierra para el cultivo de la soja o para la cría de ganado. David camina por fincas de miles de hectáreas que en otro momento fueron selva virgen. Los facendeiros, dueños de estas fincas, tienen sus propias respuestas a este conflicto: “Brasil es soberano en el manejo de su territorio y tenemos todo el derecho ha explotarlo”.
Para intentar poner orden en todo este desastre ecológico el Estado cuenta con el IBAMA, la policía ambiental de Brasil. David les acompaña en un operativo contra la deforestación ilegal. Su tarea de control es casi imposible en un territorio tan enorme, salvaje y hostil. Es como el Oeste americano. Un “far west” en el que impera la ley del más fuerte. Con sus pistoleros y todo. Al final de su camino, David llega a encontrarse con uno de ellos, un sicario al servicio del mejor postor que mata ambientalistas, sindicalistas o a quien sea. Y frente a las cámaras le cuenta cómo se mata en Brasil por la tierra.
La maldición del Oro
En un cuarto episodio se pasa del narcotráfico a uno de los conflictos más importantes que vive el Amazonas. Los ríos nacidos en los Andes han arrastrado durante siglos pequeñas partículas de oro hasta depositarlas en las grandes llanuras amazónicas del Perú. La crisis económica mundial ha abierto el apetito por el oro como refugio y la subida del precio ha provocado una avalancha de miles de mineros ilegales se trasladen hasta esas llanuras en busca del preciado metal. Dragan los ríos y talan la selva en los antiguos cauces cubiertos por la vegetación. Un auténtico desastre ecológico en uno de los últimos lugares vírgenes del planeta.
Para conocer este mundo clandestino de mineros David viaja hasta Madre de Dios, una remota región del amazonas peruano colonizada por miles de mineros ilegales. Tras vencer su desconfianza y lograr su permiso nos adentramos en la Pampa, lo más profundo de territorio minero. Un lugar donde muy pocos periodistas han conseguido entrar. Es un recorrido por un paisaje apocalíptico, un gran agujero en la selva de más de 30 km de ancho apreciable hasta desde el espacio. Allí David encuentra a Alberto, capataz de un grupo minero, que será su anfitrión en las siguientes jornadas. Con él vive un turno de 24 horas en el que trata de entender cómo es el trabajo de un minero ilegal.
Deforestación, contaminación por mercurio, corrupción y enfrentamientos con las autoridades son el pan de cada día en este territorio sin ley. La amenaza del desalojo está siempre presente en la mente los mineros, que están dispuestos a luchar por defender su derecho a explotar los yacimientos.
Tras salir de lo que podría ser la boca del infierno David sobrevuela en avioneta el lugar. Desde el aire la huella dejada por la depredación minera se abre como una enorme brecha marrón y amarilla en el inmenso manto verde del Amazonas. Entonces recuerda la frase que Alberto, su anfitrión minero, le dijo con lágrimas en los ojos en las profundidades de la Pampa: “Pido perdón al futuro”.
David quiere ahora conocer la postura oficial del conflicto. Comprobar los esfuerzos del Gobierno por combatir la minería ilegal. Para ello acompaña a la patrulla militar del comandante Menacho, quien dirige uno operativos más grandes jamás realizados contra la minería ilegal en el lugar. Su estrategia es conseguir que no sea rentable el trabajo de los mineros, y que ellos mismos decidan abandonar el lugar. Y para ello no dudan en dinamitar la maquinaria incautada utilizada para la extracción.
Pese a los esfuerzos del ejército y la policía peruana el oro sigue fluyendo desde las profundidades de la selva hasta Puerto Maldonado, la capital del departamento. Allí este oro extraído ilegalmente es comercializado, primer paso para exportación al resto del mundo donde “milagrosamente” se convierte en oro legal.
Tras conocer el infierno de Madre de Dios David viaja hasta el Amazonas ecuatoriano. Su intención es comprobar si toda la minería ilegal es igual de destructiva y depredadora o es posible una extracción artesanal de subsistencia más respetuosa con el medio ambiente. Allí conoce a Guillermo y su familia, un humilde campesino reconvertido en minero. Ya en confianza en la montaña nos confiesa que sueña cada noche con encontrar una pepa de oro como una patata de grande. Con ellos comprueba cómo se trabaja en la minería submarina artesanal.
La Mafia del Oro
El quinto episodio lo dedica a Venezuela, uno de los países con más delincuencia en el mundo y con mayor concentración de oro. David ha escuchado hablar de una zona en la que el oro es abundante y también las armas que lo vigilan: Las Cristinas, en el sur de Venezuela, el yacimiento con las mayores reservas de oro probadas del mundo. La política Venezolana expulsó a una compañía canadiense y dejó el territorio a merced de la fiebre del oro. Son 40.000 mineros buscavidas venidos de muchos países.
La ausencia del Estado provocó robos y violencia en un lugar en el que la gente paseaba con gran cantidad de oro y dinero en metálico. La llegada del “sindicato”, una especie de banda mafiosa, impuso el orden a base de autoridad armada. Además de imponer la ley también controlan varios negocios como la prostitución o la venta de motores. David quiere saber cómo funciona esta organización y va en su búsqueda. Sus guardias armados controlan los accesos a los túneles y galerías. Curiosamente en la actualidad, esta zona ha pasado a ser una de las áreas más seguras de todo Venezuela.
Tras un tortuoso camino entrevista a miembros de uno de los sindicatos. Son jóvenes casi niños con pistolas grandes que cuentan sin pelos en la lengua cómo imponen el orden a base de disparar en la mano a los ladrones o de matar a los reincidentes.
La situación se convierte en una pesadilla para los indígenas locales. Ellos ya estaban antes de toda esta fiebre y se han tenido que amoldar a esta situación. Dentro de su territorio una banda mafiosa impone su ley y los conflictos son diarios.
David recorre todos estos lugares observando cómo la codicia de unos pocos y la necesidad de muchos se convierte en una especie de estado paralelo cuya moneda es el oro, y la ley, las armas.
La Colombia de las FARC
Una pequeña barca a motor se acerca despacio entre la espesura de la selva amazónica hasta la casa de madera donde, según las instrucciones recibidas. David Beriain y su equipo deben esperar. Tres guerrilleros de las FARC vestidos de civil, armados con pistolas y fusiles, se presentan y les dan la bienvenida a las selvas insurgentes de Colombia.
Han sido meses de contactos clandestinos en diferentes países hasta ganar la confianza de los comandantes y conseguir que les abran las puertas de esa “otra Colombia” donde impera la ley de la guerrilla más antigua de América Latina. Un territorio donde el Estado no existe y las FARC suplen su papel: cobran impuestos, garantizan la seguridad y el orden y aplican su justicia revolucionaria. Y un territorio en el que la hoja de coca es el cultivo predominante, hasta tal punto que la pasta base es usada como moneda de cambio en los comercios locales a falta de dinero real. Un método de pago que comprueba David paseando con un comandante guerrillero impunemente por uno de los caseríos de la zona. Y todo esto a escasos 25 km de una de las mayores bases militares de toda América Latina.
Durante los próximos 15 días David conoce la rutina diaria en los campamentos guerrilleros, que se trasladan cada tres días para evitar los bombardeos, el mayor peligro para las FARC. Las instrucciones dadas por el comandante al caer la noche a David y su equipo confirman los temores: deberán dormir con las botas y las cámaras a mano, pues de verse obligados a salir huyendo en mitad de la noche la falta de previsión podría ser mortal.
Según aumenta la confianza del comandante aumenta también el nivel de acceso, y David y su equipo logran filmar contenidos privilegiados, nunca antes mostrados en televisión. Los guerrilleros muestran orgullosos sus fábricas de armas clandestinas. También les vemos disparando sus temidos “tatucos”, cañones artesanales con un gran poder de destrucción. Una ingeniería militar revolucionaria, afirman ellos, que sumada a su conocimiento del terreno y sus bases de apoyo entre la población civil les ha permitido sobrevivir 50 años de guerra contra el estado Colombiano.
Tras abandonar a la guerrilla David decide conocer la otra parte implicada en el conflicto, los soldados que combaten a diario a las FARC en un terreno terriblemente hostil. Logra acompañar operativos contrainsurgentes realizados por el Ejército y los “Grupos Jungla” de la Policía Nacional. Con ellos sobrevuela la selva a bordo de los helicópteros artillados “Arpía”, navega en lanchas rápidas acorazadas de la Armada y patrulla los caminos amazónicos con un grupo de soldados armados hasta los dientes.
El peligro y la tensión se respiran en el ambiente, y la posibilidad de un ataque está presente en la mente en cualquier momento y en cualquier lugar.
Según los expertos, por cada baja en las filas de la guerrilla, estas causan 2 o 3 bajas a las Fuerzas de Seguridad. En estas tierras repletas de petróleo, oro y paisajes paradisiacos el terror de la guerra puede verse reflejado en la cara de los jóvenes reclutas, casi siempre pobres y de origen campesino, que viven con el sueño de volver a casa y el temor constante de ser emboscados por la omnipresente y esquiva guerrilla.